martes, 11 de octubre de 2011

HABLAN LOS "ULTRAS"




Que son los intransigentes del movimiento estudiantil, que no quieren llegar a ningún acuerdo o que están en constante pugna con otros dirigentes de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) son prácticas que se les cargan a algunos dirigentes de federaciones universitarias.

La ofensiva viene desde el Gobierno y medios de los grupos Copesa y El Mercurio que se afanan en acusar los cuestionamientos de los universitarios al Gobierno como ‘intransigencia’, cualquier divergencia del movimiento como ‘ruptura’ y a los dirigentes que no pueden encasillar en alguna corriente política como ‘ultras’.

Así La Tercera separa entre ‘moderados’ y ‘radicales’ o La Segunda intenta mostrar que el movimiento está controlado por los más ‘ultras’.

Radicales o ultras ¿quien sabe? Para superar estas representaciones dadas por los medios conversamos con Guillermo Petersen (GP), presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción; Sebastián Farfán (SF), de la Federación de la Universidad de Valparaíso; y con Patricio Contreras (PC), de la U. de Los Lagos.

Si en el imaginario mediático son los más ‘radicales’, una conversación más cercana con ellos los muestra tal cual son: veinteañeros, con ideales y sesudos análisis de la coyuntura política. Sus demandas se sintetizan en una educación pública, gratuita, de calidad, sin lucro y democrática. Además nos contaron sobre las estrategias del Gobierno para dividir el movimiento, por qué Piñera evade un debate televisado con los estudiantes, del respaldo que han recibido de los trabajadores y que en el fondo es el sistema económico el que está puesto en cuestión.

Así que afírmese, respire hondo y preste atención, porque acá, en extenso, hablan los ‘ultras’:

-¿Fue inocente de parte del Gobierno elegir el mismo día del pleno del Confech para enviar una carta?

SF: Evidentemente esa carta tenía como fin tensionar un espacio de discusión estudiantil. Ellos sabían que la carta iba a generar tensión, lo que evitamos al pasar todas nuestras decisiones por las bases.

GP: Pasó igual cuando fue el paro del 8 de septiembre: El Gobierno recurrió a la misma estrategia de entregar una carta un día antes. Ese día la movilización iba a posicionar al movimiento lo cual iba a ser un elemento catalizador. La estrategia que el Gobierno ha utilizado, apoyado por los medios de comunicación, ha sido apelar a la división o a demarcar ciertos sectores.

-¿A qué sectores intenta demarcar?

GP: A los que se preocupan de llevar constantemente las decisiones a las bases, los que buscan nuevas estrategias institucionales o a quienes se desmarcan de las tradicionales formas de hacer política.

-A ustedes mismos los sindican como los ‘ultras’ o los más ‘radicales’ del movimiento.

PC: Para ellos ‘ultras’ son quienes son de izquierda sin partido que no responden a la política tradicional. La manera es que intentan reducir a un sector tratándonos de intransigentes o de que no buscamos consensos. Más que nada se han utilizado estas categorías que dividen a ‘moderados’ de ‘intransigentes’ para querer mostrar una división dentro de la Confech.

LA LUMPEN BURGUESÍA

-Una demanda aceptada a medias por el Gobierno era la transparencia de los procesos de discusión ¿por qué el Gobierno teme a una discusión televisada con los estudiantes de cara al país?

PC: Un diálogo televisado desnudaría el interés del Gobierno en mantener y profundizar este modelo económico, que en definitiva es defenderle el bolsillo a los dueños de las universidades privadas o los sostenedores de los colegios. El Gobierno sabe que eso es impopular ante la ciudadanía.

-Otro punto es que el Gobierno si bien no sacó del Congreso los proyectos de ley de educación, sólo les quitó la suma urgencia.

GP: Esto es una lucha de poder. Creo que hay tres fuerzas: el empresariado, que jamás va a reconocer que hoy está aislado y en crisis su institucionalidad; los reformistas y los estudiantes.

SF: Lo que tenemos en Chile es una lumpen burguesía: Con el fin de acumular riqueza han destruido todo el país. Así nuestra demanda por una educación gratuita es un golpe en la cara al empresariado que hoy tiene trabajando para su provecho a las mayorías del país.

PC: Hoy se tiende a ser economicista y la demanda de una educación gratuita tiende a instalarla como un derecho, pero el sistema político y los medios intentan mostrar esto como algo anacrónico. En ningún momento la educación es entendida como la construcción de una sociedad. Se ha instalado la idea de la educación como capital para salir de la pobreza, pero eso ha sido un enfoque reduccionista.

-¿Cuál es la síntesis de su demanda?

GP: Una educación pública, gratuita, de calidad, sin lucro y democrática. Son cinco elementos que contradicen las piedras angulares del modelo actual. La educación es sólo uno de los elementos que reproducen las diferencias de clases, fragmentan los campos de organización y producen diferenciaciones culturales, de pueblos o de género.

SF: Tenemos que dar la disputa hegemónica del conocimiento. La gran disputa de la educación es la hegemonía del patriciado sobre los sectores populares, porque la educación reproduce la dominación del sistema. Debemos discutir los curriculums de enseñanza, las relaciones verticales de los profesores y alumnos que nos enseñan de chicos a ser dominados, las relaciones de poder que han naturalizado como normales.

ULTRAS EN ESCENA

-¿El mote de ‘ultra’ no refleja cierta miopía del establishment político y medial para reducir a personas que por su diversidad no responden a su lógica?

SF: Este conflicto ha puesto en tela de juicio el modelo económico y eso les hace ruido a la clase dominante chilena. Por eso recurren a todos los medios a su favor para criminalizarnos. Recordemos que a otros movimientos sociales, como los mapuche, se les calificó de ‘terroristas’, calificativos que ocultan las demandas profundas. Nos han dado muchos golpes medios de comunicación, como La Tercera o La Segunda, o reportajes que han hecho en la televisión que buscan encasillarnos. Nos dicen ‘monos con navaja’…

GP: Si hoy usan los medios de comunicación, recordemos que antes usaron las armas. Es que les estamos tocando algo clave, que es cómo acumulan riquezas y mantienen su sistema de dominación.

-¿Cuál es el medio que ha sido más duro en esta estrategia?

Todos: La Tercera.

SF: Si lees los reportajes que han publicado en los últimos meses los fines de semana se nos califica de los radicales. O en La Segunda aparezco yo como enemigo de Camila Vallejo, buscando generar una tensión interna que busca producir una división.

-¿Por qué ustedes molestan tanto?

GM: Porque tenemos una metodología de consulta a las bases diferente de la que tienen los partidos políticos tradicionales. Hasta ahora la política como la han llevado los sectores dominantes y los reformistas es generar negociaciones a espaldas de los movimientos sociales. Apostamos por validar ciertas instancias y formas de conseguir los objetivos políticos y esas son la organización, la lucha y el empoderamiento en torno a las demandas.

-¿Alguno de ustedes ha sido invitado a un programa de televisión para una entrevista en directo en el que puedan explayarse?

Todos: No.

PC: A lo más he sido invitado a algunos móviles de Canal 13 y sólo he sido invitado a una entrevista en CNN.

SF: Eso no es casual, responde a una cuestión política. El Partido Comunista no es incómodo para el sistema actual y como nosotros lo somos nos invisibilizan y etiquetan.

GP: Los medios no quieren validar formas de lucha que fueron aplastadas durante la dictadura o la seudo democracia. Las organizaciones sociales fueron desmanteladas durante la democracia, cuando no, criminalizadas. Nosotros apelamos al empoderamiento popular y la construcción de un movimiento social. Es importante esclarecer la criminalización porque a mediano plazo queremos ser una alternativa real para la sociedad.

APOYO CIUDADANO Y FIN AL LUCRO

-La última encuesta Cerc refleja que el 89% de la población apoya el movimiento estudiantil.

SF: Esos datos dan cuenta de que este movimiento estudiantil no es un proceso único y espontáneo o que los estudiantes estemos peleando sólo por una mejor educación, cosa que no deja de ser importante. Es más bien una crítica a la institucionalidad que margina a los sectores populares. El sistema económico está puesto en cuestión en su conjunto. A partir de la demanda de una educación gratuita se han abierto varios temas que estaban vedados hace algún tiempo, cosas que no se podían tocar, como la renacionalización del cobre, el sistema tributario o la institucionalidad ambiental. Hay de fondo una crítica estructural. No somos sólo los estudiantes, sino que nuestros padres que estaban con mucho miedo, porque ellos viven las consecuencias de este sistema.

GP: Ellos sufrieron el asesinato, la tortura y después la salida pactada. Hoy el escenario político es distinto, hay un imaginario distinto.

-¿Por qué ustedes ponen como punto central de la discusión el fin al lucro?

GP: El lucro pone en jaque la piedra angular de este modelo económico y político.

PC: Discutir el lucro es cuestionar el tabú del sistema en una economía manejada por pocas familias.

-¿Tienen algún horizonte?

GP: Hoy tenemos un conflicto, una movilización y la aspiración o construcción de un movimiento. Hay un descontento generalizado de la población producto de las diferencias de clases, el pueblo empobrecido y los sectores medios endeudados. Debemos hoy ser capaces de sentar las bases de un movimiento estudiantil que se empodere para sí y por sí y que sea capaz de construir un movimiento popular que transforme el sistema.

SF: Hay que entender que es un periodo ingrato, es un proceso largo y apelamos a entender que esta es una movilización que va más allá, que no termine en pactos como siempre se ha hecho y podamos sentar las bases que den cuenta que es el inicio de un movimiento mayor.

LA MADRE, LA TÍA, LA HERMANA…

-¿Con qué momentos o procesos se identifican en la historia?

SF: En lo personal, creo que el MIR a principios de los ’70 fue capaz de establecer un proyecto político para el país embrionario que disputó el poder. Otra experiencia que rescato es la del FPMR en los ’80, que pese a todas las conflictividades que hubo, fue una expresión política muy interesante. Creo que hoy hay un vacío que es la necesidad de una izquierda.

GP: Yo sumo la resistencia del pueblo mapuche y las organizaciones obreras de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. También la conformación intelectual y la perspectiva de masas que tuvo el MIR y la resistencia popular a la dictadura en los ’80.

PC: Rescato el movimiento popular de fines de los ’60, sobre todo el movimiento universitario que logró la reforma de 1967. También el movimiento estudiantil que surge en la dictadura y sienta las bases de la lucha por la democracia.

-¿Podemos pedir una educación pública, gratuita y de calidad a un gobierno de derecha pinochetista y con un presidente que posee una de las cuatro más grandes fortunas del país?

SF: Es difícil porque los estudiantes por si solos no vamos a poder conseguir los cambios que queremos. Necesitamos un movimiento popular grande para el cambio social radical. Se necesita un cambio cualitativo ahora que la juventud saltó a la política y renuevan las esperanzas. Pero necesitamos un movimiento mayor.

GP: Hoy en Chile estamos en una situación complicada. Lo importante es que la exigencia de una educación pública gratuita, de calidad, sin lucro y democrática más que una demanda es un objetivo que se fija un movimiento. Por lo tanto estamos sentando las bases de un movimiento estudiantil que se proyecto en la construcción de un movimiento popular, que hagamos el cambio hoy en la educación, mañana en la salud y pasado mañana en la vivienda.

-¿Y cómo lo harán?

GP: El dilema es cómo sentar las bases de una fuerza social que sea capaz de organizarse y empoderarse. Hoy sólo sentamos las bases de un sector social que se aleja y critica la institucionalidad y democracia vigente. Estamos apelando a organizarnos de una manera distinta a la de los partidos políticos tradicionales y lucharemos por un objetivo. Hay que fijar las salidas tácticas y estratégicas del conflicto, que nos permitan proyectarnos.

PC: Muchos estamos convencidos que producto de la destrucción del tejido social tenemos una sociedad muy reaccionaria. Por ello debemos estar conscientes que este conflicto debe lograr alguna ganancia concreta. Demostremos que el camino es la movilización.

GP: Sinceramente creo que no será la negociación la que logre estos objetivos, sino que la movilización popular a través de la presión en bloque. Mi madre, mi padre, mi tío y mi tía, mi primo y mi prima tienen que empoderarse de esta demanda.

-¿Visualizan alguna ganancia concreta en lo inmediato?

PC: Hay ganancias subjetivas como el hecho de que esta movilización se transforme en movimiento más allá de lo estudiantil. Además hay que avanzar hacia la gratuidad, destaco los aportes basales a las universidades y la democratización de las decisiones al interior de las casas de estudio.

LOS TRABAJADORES Y EL PC

-¿Plantean alianzas con otros sectores sociales?

SF: Hemos apostado por hacerlas con sectores estratégicos, como los trabajadores del cobre. Una experiencia fue la adhesión a un paro estudiantil de los trabajadores de Codelco y de sectores productivos claves, como los portuarios, que han adherido en algunas de nuestras jornadas de protesta.

GP: Necesitamos una alianza que resulta compleja, ya que la situación de los trabajadores está muy desarticulada. Pero hemos tenido avances con trabajadores del cobre, portuarios y forestales, que es el sector exportador.

-¿Han desarrollado alguna experiencia en conjunto?

GP: Sí, con la Unión Portuaria del Bío Bío, que ha parado cuatro veces con nosotros turnos completos. Fue un golpe a la industria exportadora de celulosa, lo que es un gran logro. Hay que contarlo porque los medios lo invisibilizaron cuando pararon en tres días de movilizaciones que tuvimos en julio y agosto. Un cambio sólo se puede lograr en alianza con los sectores estratégicos de la producción. Los portuarios, sólo con que amenacen que van a paralizar, logran sus demandas, por su función estratégica en la economía. Ya en abril pararon y le doblaron la mano al grupo Matte.

SF: Las alianzas se amplían así a los mapuches, los deudores habitacionales, los pescadores o los industriales. La apuesta es constituir un bloque histórico del campo popular.

-¿Qué condiciones le exigirían al Partido Comunista para integrar este bloque histórico que hablan?

SF: Creo que la dirigencia del PC no piensa en un gran cambio La alianza con la Concertación no le hace bien al movimiento popular porque ese conglomerado político ha administrado el sistema heredado de Pinochet, incluso matando a mapuches y estudiantes.

GP: No criticamos al PC en su conjunto, porque creemos que la mayoría de sus bases son sectores honestos y ellos confían en la única alternativa que ven a nivel político, porque lamentablemente nosotros no nos hemos construido como alternativa aún. Pero les pediría que dudaran de sus dirigencias. No podría trabajar con ellos, ya que ellos apuestan a mantener la institucionalidad vigente y han apostado por la inclusión.

-¿Y qué exigencias harían a los integrantes de la Concertación?

GP: Nuestros nortes políticos son distintos. Es una discusión que tengo hasta con mi mamá…

SF: El poder popular por sí solo, manteniéndose en los márgenes del poder, no sirve. Por eso no soy de los autonomistas que apuestan por lo social, pero que no se cuestionan participar en los espacios políticos. El movimiento popular también tiene que tener una estrategia de poder para salir de la transición pactada entre la dictadura y la Concertación. La tarea es la acumulación de fuerzas para un proyecto político de alcance social. La pega es la que hizo Recabarren a principios del siglo XX.

-¿Y se quedan con el mote de ‘ultras’?

SF: Mmm… no sé… Creo que somos ultra realistas.



Por Mauricio Becerra R. del Ciudadano

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